FIB 2010 Coitus Interruptus
Ya no creo en el karma. Años y años, repetición tras repetición de Me llamo Earl casi habían conseguido que el karma fuera algo perceptible por mí, pero en el Festival Internacional de Benicassim 2010 he constatado que el karma es una paparucha. Una paparucha enorme.
Este año lo cierto es que el cartél del festival no era como para tirar cohetes: Gorillaz, Kasabian, Ray Davies o Julian Casablancas (cantante de The Strokes), The Prodigy, Vampire Weekend,… todo nombres conocidos pero no suficientes como para ilusionarse, la verdad. El caso es que como he hecho en las últimas cuatro ediciones, fuimos a Benicassim sin entrada y vimos todos los conciertos desde fuera. No creáis que lo vimos mal, porque el Escenario Verde se ve perfectamente (salvando las distancias).
Como siempre, un buen montón de cervezas, sangría, gintonics, red bull y bocadillos de atún para aguantar hasta que el cuerpo pida clemencia. Los conciertos terminan sobre las cuatro, pero siempre hay fiestas post-FIB por los alrededores.
Lo del karma del principio viene al caso por lo que voy a explicar ahora. Recuerdo que yo voy al FIB sin entrada. Paso de dejarme casi 200€ por entrar con ese cartel (la última vez que lo hice fue en 2006 pero con un cartelón de ensueño). Total, que llegamos el jueves por la mañana y cuando ya había empezado el festival, a eso de las 2 de la noche, paseando por las afueras me encontré una entrada. Si, una entrada sin usar, un papel de casi 200€. Junto a ella, un billete de avión, horarios, planos y demás. Convertir la semana del FIB en un calvario para una tal Katherine estaba en mis manos. El caso es que volviendo a dónde estábamos todos los amigos encontré a 3 chicas, una de ellas casi llorando, con la mochila medio desmonatada en medio del camino. Dos de ellas llevaban una carpeta idéntica a la que yo me había encontrado. Efectivamente, Katherine estaba buscando su entrada al FIB, al camping y su billete de vuelta a Inglaterra. Y yo se lo devolví.
Tres móviles, mi cámara de fotos nueva, la GameBoy Micro con el cartucho flash, la cartera con toda la documentación y unos 20€, la cartera de mi hermano, y lo que más me jodió, las llaves del coche. Eso fue todo lo que me robaron el viernes de madrugada. Estábamos en la playa, como todos los FIB’s a los que vamos sin entrada. Y la mochila estaba a escasos 10cm de mi cabeza. Era un riesgo que corríamos y nos salió mal. En realidad, la putada fue encontrarnos sin dinero a 2 días de que terminara el festival y sin las llaves del coche. Por suerte, teníamos más coches y pudimos volver a por las llaves de repuesto del mio. Una mierda vamos. Nos perdimos los conciertos del sábado por esto y el domingo sólo pude ver a Standstill. Por desgracia, no pude disfrutar de la despedida de The Sunday Drivers.
Pero bueno, la realidad es que lo pasamos genial, como siempre, vengo con unos cuantos grupos que en breve van a tener su espacio en mi iPod y disfrutamos como niños. El karma ya no existe para mi, y ahora tendré que volver a conseguir una cámara y una GameBoy Micro, lo demás son todo trámites.
¿Volveré al año que viene? Por supuesto. La duda ofende.